Cierto cuenta cuentos

lunes, 20 de septiembre de 2010

Después de la fiesta, la cruda...

Después de tantos días de "descanso", de por fin mirar el espectáculo del Bicentenario, de leer en la red mil y un comentarios al respecto, de oír las noticias de que Veracruz se ahoga y de que no para los muertos de una guerra sin pies ni cabeza, uno al final agradece a Dios que esto se repetirá en los próximos 200 años, algo que por fortuna no voy a miar. 
No estoy diciendo que estuvo horrible, por el contrario, se nota en verdad que tuvieron el buen tino de acudir con los asesores de Disney para crearnos un espectáculo de primera. Simplemente me parece que ese dinero debió emplearse en Veracruz, Tabasco, Nuevo León y Puebla, entre otras entidades, para que después no tuviera que salir nuestro amado Presidente de México a cuadro a decirnos que deberíamos tener la misma actitud servil del '85. ¿Acaso nosotros no pagamos la mega fiesta del Bicentenario y aportamos dinero y donamos víveres para cada desastre? 
Ya no sé qué es mejor, si seguir aquel viejo consejo que el sabio Vicente Fox dijo una vez "La ignorancia te hace feliz"; o bien, comenzar a politizarte en un México donde reina la ley de los cangrejos en la cubeta. No se trata de cambiar tal o cual ley, ni siquiera de decir si tal o cual valor debemos impulsar, simplemente se trata de seguir la ley y los valores al pie de la letra sin excepciones. ¿Qué tan difícil puede ser? Creo que bastante.
Sólo se necesita mirar un día, desde que al cinco para ya me cerraron la escuela la madre trepa al chamaco a la camioneta y sale echando bala y camioneta a quién sea, llámese carriola con bebé, carro o ciclista. Se estaciona en doble fila, echa comadreo con las otras mamas (mientras pitan los otros vehículos porque hay un estorbo) y luego sube a la camioneta y sin espejear la avienta para pasar primero. ¿No es eso todos los días y en todos los ámbitos? 
Ninguno consideramos al prójimo, aunque en la iglesia digamos lo contrario.
Cómo educar, si nuestro ejemplo cotidiano es completamente opuesto al verbo.
¿Será, después de todo, que el ignorante vive feliz? 

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