¿Porqué nadie me lo dijo? Se podría decir que mi madre me lo advirtió: más como una esperanza, deseo o venganza que como una etiqueta de "peligro". También podría decir que una compañera del trabajo me advirtió cuando me ofreció una nutrida explicación lógica, física y social para el término de "Duendes Malditos". De ahí en fuera todos y todas, libros, televisión y radio, T O D O S, ninguno sin excepción, me adviertió de los miles de pesos que gastaría en aspirinas (por aquello del dolor de cabeza) y en un paliativo (café, cigarros, chocolates y mugre y media que se aparezca) con tal de no comértela viva.
¿De qué hablo? De ser madre de una niña en la actualidad. Los libros están atestados de bellas, dulces y mágicas imágenes de madres sonriendo de oreja a oreja sosteniendo una dulce, bien portada y bien vestida niña que abraza delicadamente a su madre, tanto revistas como libros lo hacen con singular desempacho. El problema es que uno ve eso y también lo quiere.
Resultado. En ningún artículo o libro te dicen cómo prepararte para recibir a tu hija cuando sale del colegio con las coletas completamente desechas (como si mil gatos la hubieran atacado), la ropa como si se hubiera dedicado a limpiar el piso del patio y salones y sin el abrazo delicado a mamá y sin ganas de reír o platicar su día; es decir, sale una niña de verdad. Una niña sana que se divirtió en grande todo el tiempo olvidando por entero que a la escuela también se va a estudiar o a aprender, mejor dicho ambas.
Cuando mi compañera del trabajo me preguntó "¿Qué es?" y le contesté con una sonrisa de revista "¡Niña!", me miró con cara de "Pobre mujer" y luego agregó "¡Ah!, un duende maldito". Mis ojos se abrieron grandes como platos y llegó la explicación: En realidad son duendes malditos disfrazados de niñas que vienen a nuestra vida para complicarla toda. Son chismosas, fantasiosas, mentirosas, manipuladoras, caprichosas, habladoras, chillonas, competitivas y, por si eso fuera poco, luchan todo el tiempo por conseguir el cariño y la atención de tu pareja en el momento que estás con ella. Es decir, son mujeres, pero en chiquito, son unos duendes que todo lo consiguen.
Se podría decir que es mentira, exageraciones y hasta se podría sentir cierto desagrado o enojo por tal definición, pero para qué negar lo que es verdad. Duele, mucho, pero es verdad. También tienen sus encantos, pero de eso ya se ha hablado y discutido mucho en libros, revistas y foros sobre la igualdad de género y otras parecidas, pero también es cierto que poco se ha dicho sobre lo complejo de algunas cosas como por ejemplo: qué hacer para educar a un niño de verdad, con sentimientos y pensamientos individuales que buscan desde siempre un "Yo soy así...", qué hacer para que un niño ponga atención en clases y deje de hablar con el compañerito, qué hacer para que coma con la boca cerrada, qué hacer para que solito vaya por su libros y haga la tarea sin que debas repertirlo 20 veces y podría seguir enumerando mil acciones más (porque las hacen por segundo) y que como madre de niño o niña se deben resolver conforme salen y te agarra la paciencia.
Al principio mencione sobre ser madre de una niña en la actualidad porque, según mis oídos, hoy día las niñas están particularmente revolucionadas y aceleradas, incluso más que los niños. ¿Será? Al menos de las que sé, sí, incluyendo la mía. Mi madre goza a diario mis peripecias y lo único que atina a decirme es "Tú me sacaste las canas verdes hasta la adolescencia, espérate y verás cómo te va a ir. Todo se paga, nomás acuérdate". Quizá tenga razón, pero la diferencia de la relación mi madre-yo a yo-mi hija radica en que apesar de pelear todo el día al final, antes de acostarla, nos damos un abrazo enorme en el que seguramente perdere algún día mi cabeza o el cuello y nos decimos Te Amo.
Eso tampoco te lo dicen.
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