Cierto cuenta cuentos
jueves, 23 de septiembre de 2010
La tarea
¿Quién iba a imaginar que se pudiera extrañar hacer tarea? Cada tarde, después de comer, junto a mi hija me siento para verla hacer su tarea. Va en primer año por lo que aún me quedan bastantes años para ayudarla con absoluta seguridad y conocimiento de causa. Me encanta leer sus anotaciones y revisar sus libros, así como también me cuesta trabajo creer que ella dilata en hacer sus deberes por simple desgano y falta de interés por aprender, pero luego me acuerdo de mi madre, mirándome con sus ojos furiosos y torciendo la boca hasta llevarla a la nuca para regresarla al momento de abrir sus fauces y escupir lenguas de fuego; bueno así la veía yo mientras me regañaba por la misma razón.
Luego, entonces, me pregunto si todos los niños de todas las generaciones (muy pasadas, pasadas y presentes) sufriran el mismo desgano y desinterés o está generación, en particular, la lleva recargada. Me he dado cuenta que hoy día los niños dicen demasiado rápido y sin respirar "que flojera, estoy aburrido"; antes podías decirlo pero la mente ya estaba trabajando en mil cosas por hacer y al decir "estoy aburrido" era porque equis actividad ya había durado más de lo habitual. Ahora no es así; por primera vez creo que es válido usar la frase "En mis tiempos todo era diferente".
Los amigos, los videojuegos y el internet no son una diversión, representan un "me entretengo, porque no hay más que hacer"; después de reponerte ante semejante respuesta preguntas "¿Y qué te gustaría hacer?", "Pues, no sé. Estoy aburrido y tengo un poco de flojera". ¡Qué les pasa!, o qué les hicimos para que vieran el gran abanico de posibilidades existentes reducido a internet (twitter, facebook, ipod, iphone y anexas) o televisión (wii, nintendo o xbox 360, modelos recientes porfis).
No sólo nos estamos acabando el mundo, ecológicamente hablando; no nos basta con estar mal y de malas; con hacer guerras con los vecinos, familiares, heterosexuales, homosexuales, judíos, cristianos, mormones, católicos, musulmanes, amarillos, negros o cafés, testigos, menonitas y largos etcéteras; tampoco nos importa meternos hasta por los ojos varitas de incienso, traficar con cualquier clase de animal, persona u objeto, y mucho menos practicar con singular alegría y en aras de la libertad perversas y enfermas acciones sexuales; pagamos por ver retratada la "realidad agresiva" y le llamamos "entretenimiento"; nos callamos todo lo anterior y en el peor de los escenarios hablamos de ellos con voz aflijida pero sacando del ombligo pelusillas.
¿Por qué nadie quiere ponerse de acuerdo para exigir mejores empleados, entiéndase gobernadores, o bien, los mismos gobernadores pero que ordenen todo el desmadre? Que le pongan un lugar a cada cosa y nombre a cada acción, acaso no se trataba de eso la escuela: de enseñarte a ordenar, a clasificar y a conocer las cosas por su nombre para poderlas entender; no tenías que aprenderte de memoria la historia para mejorar tu futuro y no cometer los mismos errores. En fin, que esperar de la educación si le hacen reformas cada ciclo escolar que ni ellos mismos entienden.
Después de todo cómo pretendo que los niños de esta generación tengan ganas y ánimo, si ni yo las tengo. Mi única esperanza es que al crecer mi hija pueda decir "Extraño hacer tarea".
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