Es una frase muy divertida de la película del cineasta Tarantino “Bastardos sin gloria”. Me hace reír mucho al recordarla más como una nota de dulce folklore que como una broma absurda y cotidiana. Cosa política, más que nada.
Ayer pudimos ser testigos de un evento feliz, raro en nuestros días, pero en verdad feliz a nivel internacional, tanto así que no te la crees y te preguntas si es de verdad. Al salir del asombro, pasando por la envidia y llegar a la quietud de la soledad salta una pregunta: ¿Por qué?
Pero de nada sirve preguntarnos eso, si ni siquiera existe un qué. Es decir, conoce alguien el objetivo que tenemos por nación. Normalmente, los candidatos hacen una lista de deseos que nadie cumple y toda esa faramalla y de presidentes hacen mención de los miles y miles de obras, negocios y números por aquí y por allá, aunque nunca se ven reflejados más allá del papel. Pero, insisto, cuál es el objetivo. Porque debe haber un objetivo.
Digo sería muy tonto pensar vamos al algaréate desde hace 200 años, ¿o no? Ya no hablemos de una absurda lucha contra el narcotráfico (nunca va acabar, hay que negociar), de un PIB y movimientos bancarios sostenidos (el indicador “realidad” dice que cada día hay más jodidos y menos pudientes), obras modernas y de primer mundo (somos tercermundistas y primero debemos cambiar la ideología), retos extraordinarios (que jamás he visto), creación de policías únicas (con las mismos ratas de siempre y sus mismos conectes porque son los de arriba los que nunca cambian) y cosas por el estilo.
Mejor hablemos del objetivo. Un buen objetivo de nación sería sacar un perfil lógico y realista de lo que un presidente mexicano, para mexicanos, debería ser. Desconozco si existe algo así, supongo que sí, pero es evidente que a nadie le interesa. Después se debe buscar y amoldar ese perfil a un alguien, hombre o mujer, y ponerlo en acción (igual que una empresa, contrato por tres meses), porque una unión como la que se vivió ayer en Chile, sobre todo el respaldo presidencial, sólo se alcanza teniendo un objetivo de nación.
Me encantaría ver al preciso ayudando, no sólo con palabras que el viento se lleva ni desde un lugar cómodo, en verdad ayudando a su gente.
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