Cierto cuenta cuentos

sábado, 9 de octubre de 2010

La lagartija perdida


Ayer la gata Sara metió una lagartija a la casa. Es grande y gorda, sigue viva, sin cola y nomás no encuentra la salida. He querido ayudarla, pero es tan rápida la desgraciada que no la he podido agarrar. Oigo sus patitas caminar y trepar por el refrigerador y al voltear asoma su pequeña trompita.
Soy bien “fans” de hacer metáforas y analogías de cosas comunes que a veces no puedo explicar o que al ser explicadas quedan insípidas, como la lagartija, pero me recordó mucho al actual premio Nobel de la Paz.
El premio es un reconocimiento muy cotizado y glorificado por la humanidad, prueba de ello es Mario Vargas, pero que te lo den y que no lo puedas disfrutar a bombo y platillo, eso sí es una verdadera jalada, más por el título en sí (la paz) y el pobre hombre no sólo vive en China sino además encarcelado. Es como ofrecerle a un recién nacido su biberón y no dárselo, sabe que está ahí pero no lo puede coger por sí solo.
Se supone que el hombre (lejos de la estupidez moderna de especificar masculino o femenino) lucha a lo largo de su vida por alcanzar la gloria, teniendo como único medio sus ideales e intereses que al lograrlo obtiene un estado de plenitud. No sé bien el motivo o la acción por la que fue ganador, pero imagino que Liu Xiaobo no debe encontrarse muy pleno que digamos.
Eso de encarcelarte por pensar, expresarte y querer cambiar el entorno para bien es como muy retrograda, cuestión de culturas. Aquí, por ejemplo, se puede pensar, orquestar y delinquir con una delicia sin igual y nada sucederá. Miento, sí sucede, se puede alcanzar la gloria ocupando un lugar importante y nada vulnerable en la política mexicana.
Lo que también me recuerda el título de un libro de mis años de estudihambre: México en la frontera de caos, en los noventa, y hojeándolo mi visión como que se aclaró. Moríamos del coraje y del susto con Salinas y la guerrilla del Sub-comandante sin imaginarnos siquiera que, efectivamente, nos encontrábamos en la frontera porque ahorita estamos en el mero epicentro del caos. Todo es absurdo y un verdadero berenjenal.
Por mi parte, aún prefiero disfrutar de las animaladas de mis mascotas.

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