Mil historias por contar. Mil personajes por inventar. Mil paisajes por describir y otros tantos por inventar. Pero ninguno, y esto lo juro, jamás en la vida serán igual a la cósmica y alucinante realidad, la cotidianidad siempre se encarga de llevarte a donde residen los más luminosos personajes que van escupiendo una irrealidad.
Los más cotidianos son nuestros políticos, quienes dotados de una excelsa falta de conciencia ética hablan de su universo paralelo al que vivimos millones de mexicanos, y con su lengua florida de emociones divinas nos describen un país donde hay un sólo malvado que envenena el alma de un pequeño puñado de personas.
Por ejemplo, si ya han atrapado, matado o como quieran llamarle a tanto capo mega importante en el tráfico de estupefacientes y sólo queda por seguirle la pista a uno, ¿cómo o quién mueve el resto? Porque los secuestros y las matanzas siguen a la orden del día. ¿Quién es la cabeza de los Beltrán-Leyva?, si estos ya calleron (hermanos, primos y anexas). Si la Barbie ya cayó, quién se quedó con cuantioso y muy remunerable negocio; ¿nadie, ya se perdió para siempre?
¿Cuántos narcos hay? ¿Cuántas familias en realidad hay? ¿Quiénes son las cabezas, realmente la cabezas, no los pies? ¿Por qué de pronto aparece el nombre de un personaje detenido del que nadie había escuchado antes y dicen que es mega, ultra importante? ¿En realidad esta guerra podrá ser ganada algún día? ¿En verdad hay guerra, como tal una guerra?
O sólo estamos haciendo tiempo en lo que hay cambio de poder y esperamos un tratado o nuevas políticas que le den tregua a la gente inocente que está cayendo, los famosos daños colaterales.
Si alguien estuviera escribiendo una novela acerca de esto al tiempo real que sucede, creo que la primera inconsistencia sería, justamente, esa: ¿de dónde carajos saca tanto personaje de la nada? Y, sobre todo, qué les sucede después de capturarlos. ¿Qué hay detrás de la puerta de rejas y la piyamas a rallas? Un vacío, un paraíso o es una puerta falsa y regresan a la cotidianidad donde todos se reunen a tomar el te.
Lo ignoro, absolutamente todo lo ignoro y me encantaría poder platicar con el autor, al menos para conocer el final de una de sus historias.
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